El mercado clandestino entre Miami y Cuba, más allá de la muerte

El intercambio de remesas va desde lo cotidiano y prohibido, como la ropa, el ron o el tabaco, hasta los restos humanos

Las remesas desde EE UU alcanzaron en 2016 los 3.444 millones de dólares, un 2,7% más que en 2015. (EFE)
Las remesas desde EE UU alcanzaron en 2016 los 3.444 millones de dólares, un 2,7% más que en 2015. (EFE)
Isabella Cueto y Torrey Mahall

16 de julio 2019 - 16:48

Miami/El sur de Florida y Cuba están separadas por apenas 90 millas, pero cientos de cubanos a ambos lados del Estrecho se empeñan en unirlas llevando productos de un lugar a otro. Ron, tabacos, ropa y alimentos son solo algunos de los productos que desembarcan a diario en los aeropuertos cubanos, en Miami y Fort Lauderdale, un intercambio que ni el embargo estadounidense ni las políticas restrictivas del Gobierno de la Isla han podido cortar.

"Hace unas semanas vino una señora mientras estaba en el laundry [lavandería] y me propuso que llevara a Cuba las cenizas de un difunto. Como para eso hay que hacer tremendo papeleo, me dijo que ella había pensado meter el polvo en un pomo de Todo Sazón para que la Aduana no se diera cuenta", relata Duniesky, un chofer de Uber que vive a las afueras de Miami.

Aunque sus ganancias son escasas (alrededor de 400 dólares a la semana), el hombre, de 40 años, se negó. "Eso es tremenda candela. Uno puede ir preso y yo no vine aquí a buscarme problemas", dice.

"Me propuso que llevara a Cuba las cenizas de un difunto. Como para eso hay que hacer tremendo papeleo, me dijo que ella había pensado meter el polvo en un pomo de Todo Sazón"

Duniesky llegó a Estados Unidos hace apenas cuatro años. No perdió su residencia en la Isla porque pudo regresar antes de que pasaran los 24 meses que el Gobierno cubano otorga como plazo para salir al extranjero a quienes viven en la Isla. Todos los años va a Cuba varias veces para visitar a su exmujer y a su hija, de nueve años.

Cientos de mulas viajan cada semana a Cuba cargadas de maletines (llamados gusanos) para aliviar el desabastecimiento crónico de las tiendas estatales. Las agencias de envío suelen utilizar a cubanos que no hayan perdido la residencia en su país para llevar productos que pagan a la aduana en moneda nacional una vez al año. Pero desde allá también viene mercancía.

Yonkiel, un matancero de 34 años que reside en la ciudad de Cutler Bay, al sur de Miami, vive del contrabando entre ambas orillas. Aunque prefiere no dar su apellido, asegura que su nombre es muy conocido porque vende cigarros y ron cubano, una actividad prohibida por el embargo de Estados Unidos a la Isla.

"Cuando la gente viaja a Cuba trae cigarros y ron. Aquí generalmente esos productos son muy caros, pero en Cuba no. Además, las personas prefieren tomar y fumar lo que ya conocen, así que le encargo a varios amigos que traigan la mayor cantidad posible de productos de la Isla y luego los revendo", dice.

Yonkiel paga 14 dólares por cada rueda de cigarros y entre 10 y 15 por las botellas de ron Havana Club.

"Cuando la gente viaja a Cuba trae cigarros y ron. Aquí generalmente esos productos son muy caros, pero en Cuba no. Además, las personas prefieren tomar y fumar lo que ya conocen"

Una botella de ron Havana Club añejo tres años traída desde la Isla se vende por 20 dólares, algo más del triple de su precio original. Las cajetillas de H.Upmann de 20 cigarrillos, por 3 dólares, también aproximadamente tres veces lo que cuesta en la Isla. La venta de bebidas y cigarrillos cubanos está penada por la ley, por lo que Yonkiel podría enfrentar cargos si sus actividades son descubiertas por la policía.

Jacqueline Fernández solo lleva tres años viviendo en Estados Unidos y gestiona una tienda Valsan en una de las calles más transitadas de Miami. Llegó al sur de Florida con un visado de turista y habla de Cuba con la pasión de quien defiende sus raíces, pero Estados Unidos es el lugar en el que ha podido realizar sus sueños.

"Jamás pensé que podría ser la gerente de una tienda como esta. Desde que llegué a Estados Unidos no he hecho otra cosa que no sea trabajar duro", dice Fernández, que primero fue vendedora del establecimiento que hoy dirige.

"La gente compra aquí muchos gusanos. También vendemos café cubano, mosquiteros, ropa y hasta pintura de uñas", explica.

Para Fernández es algo común ver a cubanos que han llegado hace poco tiempo comprar productos para enviar a la Isla. "La conexión entre Cuba y Miami es muy fuerte, lo veo todos los días. Es que a Cuba y a nuestros familiares no los podemos olvidar", dice.

Según Emilio Morales, director de la consultora The Havana Consulting Group, con sede en Miami, cerca del 90% de los envíos de remesas (dinero, medicinas, calzado y comida) que llega a la Isla procede de Estados Unidos.

Estos productos, que inicialmente ayudaban a sustentar económicamente a las familias, han pasado a ser un factor central en el financiamiento de negocios, comunicaciones y compra de casas a partir de las reformas raulistas de 2009

"El mercado cubano de remesas se ha transformado aceleradamente en los últimos 8 años", explica la consultora en un reciente estudio sobre el comportamiento de los envíos a la Isla. Estos productos, que inicialmente ayudaban a sustentar económicamente a las familias, han pasado a ser un factor central en el financiamiento de negocios, comunicaciones y compra de casas a partir de las reformas raulistas de 2009.

La eliminación del tope de remesas que se podían enviar a Cuba por parte de la administración del expresidente Barack Obama influyó mucho en la dinámica. THCG cree que se produjo "un interesante proceso de solapamiento entre los envíos de remesas" que esconden inversiones puramente comerciales.

Con el Gobierno de Donald Trump la situación ha cambiado. Desde abril de 2019, cuando el presidente estadounidense decidió aumentar la presión sobre el Gobierno de La Habana por la vía económica, solo se permite el envío de 1.000 dólares por persona cada trimestre.

El total de envíos a la Isla desde Estados Unidos en 2017 fue de 3.575 millones de dólares, una cifra que contrasta con los 232 millones que llegaban en 1993, cuando Cuba vivía la peor recesión económica de su historia tras el fin de los subsidios del bloque soviético.

"En el período 2009-2016 las remesas crecieron en 2.000 millones de dólares en comparación con la etapa precedente, enmarcada en el período 1993-2008. En apenas ocho años los usos más prioritarios de las remesas pasaron de seis actividades a 14", explica el informe.

Morales apunta que del dinero destinado a la compra de zapatos, ropa, alimentos y útiles del hogar, los cubanos que residen en Florida han comenzado a enviar dinero para la compra de celulares, el pago de internet, negocios privados, casas, autos, viajes y clases particulares, entre otras cosas.

Lilianne Lugo Herrera es otra cubana que ha necesitado enviar paquetes a la Isla. Llegó a Miami desde Santa Clara.

"En el período 2009-2016 las remesas crecieron en 2.000 millones de dólares en comparación con la etapa precedente, enmarcada en el período 1993-2008

Lugo cuenta que la época en la que con más intensidad envió remesas a Cuba fue cuando su abuelo se enfermó. "Recuerdo que saqué la cuenta y me era más barato comprar las cosas en Estados Unidos -incluso pagando las libras- que comprarlas en Cuba.

"Cuando tienes un enfermo debes llevar desde las cremas antiescaras hasta los colchones, porque allá no los hay. La gente lleva todo tipo de cosas. Recuerdo que una vez no había desodorantes en todo el país porque habían roto el contrato con la empresa que los producía", explica la joven, que estudia en la Universidad de Miami.

"Mis padres no piden. Conozco a personas que tienen sus hijos en Cuba y quieren vestir a la moda. Hay personas que envían gusanos en los que literalmente cabe una persona acostada, por no hablar del envío de televisores y electrodomésticos", dice.

"Enviar cosas a Cuba representa un sacrificio, pero aún así me siento satisfecha de ayudar a mi familia a pesar de la distancia. Si me hubiese quedado en Cuba, jamás podría hacerlo", agrega.

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