"Todos mis vecinos saben de mi VIH porque la doctora lo contó"
Cuba no logra proteger la privacidad de los pacientes ni la confidencialidad de los expedientes clínicos
La Habana/La puerta no cerraba. Mientras yacía en la camilla desnuda de la cintura para abajo la paciente podía ver los rostros de quienes aguardaban a las afueras de la consulta. Después de esa experiencia pasó años sin visitar un hospital por miedo a volver a ver vulnerada su intimidad, un elemento que pocas veces se tiene en cuenta en la Sanidad cubana.
Con unas cifras de atención médica que pueden competir con cualquier país desarrollado, Cuba no logra proteger la privacidad de los pacientes ni la confidencialidad de los expedientes clínicos. Las quejas sobre indiscreciones, filtración de información médica o personas que irrumpen en mitad de una consulta son comunes en los hospitales de la Isla.
El problema es frecuente en los 10.800 consultorios médicos que hay en el país y en los más de 450 policlínicos, pero las quejas se multiplican en los hospitales maternos.
El problema es frecuente en los 10.800 consultorios médicos que hay en el país y en los más de 450 policlínicos, pero las quejas se multiplican en los hospitales maternos
"Nuestros salones de parto son compartidos y es común que dos mujeres estén pariendo a la misma vez en uno de ellos", cuenta a este diario un galeno del Hospital Ginecobstétrico Ramón González Coro que prefirió el anonimato. "Muchas pacientes se quejan de falta de privacidad en un momento tan íntimo".
En los salones de parto de este hospital habanero está establecido que se coloque un paraban en medio de las dos pacientes para ofrecer más privacidad durante el parto, pero a veces "la premura con la que se trabaja y el propio movimiento, a un lado y a otro, del personal médico impiden que esa barrera visual se mantenga en su lugar", confiesa el obstetra.
Yadira, que a finales del pasado año dio a luz en el González Coro, lo confirma. "Era mi primer parto y lo que más me asustó fue entrar al salón y ver a una mujer que estaba dando a luz frente a la camilla donde me pusieron", cuenta la mujer. "Sentí vergüenza por ella porque estaba expuesta ante la mirada de extraños", relata.
Yadira expresó su deseo de no verse en la misma situación que la otra parturienta. "Me respondió que cuando el niño estuviera sacando la cabeza, lo que menos me iba a importar es que me vieran desnuda", cuenta. "Me sentí como si fuera una caja, un envoltorio sin derecho a que mi cuerpo y mi intimidad se respetara".
Después, en la sala de recuperación donde Yadira estuvo por tres días, las enfermeras iban a curarle la herida dejada por la episiotomía, un corte quirúrgico que se realiza justo antes del parto. "Todo se hace delante de las otras pacientes que están en la sala y cuando me quejé, las empleadas se burlaron de mí y me dijeron que me dejara de tanto pudor".
"Todo se hace delante de las otras pacientes que están en la sala y cuando me quejé, las empleadas se burlaron de mí y me dijeron que me dejara de tanto pudor"
"Ese tipo de conducta va contra todo lo que se le enseña en las facultades del país", asegura Maricarmen Ferrer, una doctora jubilada que participó también en la docencia para formar nuevos galenos. "Desde 1989 comenzó a enseñarse bioética en las universidades cubanas y una parte importante es el respeto a la privacidad del paciente, incluso cuando este no está consciente o no puede demandarlo por sí mismo".
"Lamentablemente muchas de las instalaciones médicas del país no cuentan con las condiciones para brindar una atención más personalizada e individual", reconoce Ferrer. "Muchas veces tenemos que trabajar en consultas en las que no cierra la puerta o, directamente, no tienen, y así no hay manera de brindar un espacio de intimidad al enfermo".
La doctora, sin embargo, cree que parte de la responsabilidad en la vulneración de la intimidad y la información de los enfermos proviene de los propios pacientes. "Muchos no tocan la puerta antes de entrar, llegan en medio de una consulta y hacen comentarios sobre la persona que está siendo tratada o sobre otras", advierte Ferrer. "Es un problema de falta de educación que nos afecta mucho".
Ferrer considera que las indiscreciones y la violación de los protocolos éticos pueden costar, incluso, que alguien abandone un tratamiento. "Una vez tuve que llamarle la atención a un urólogo recién graduado porque se asomó a las afueras de su consultorio y preguntó en voz alta cuáles eran los pacientes que estaban esperando para "revisar un problema de impotencia". Nadie en la sala de espera contestó.
Sin embargo, pocas veces estas acciones llegan a ser presentadas como quejas en el Ministerio de Salud Pública o llevada a los tribunales
Sin embargo, pocas veces estas acciones llegan a ser presentadas como quejas en el Ministerio de Salud Pública o llevada a los tribunales. Iván, de 32 años, es paciente de VIH y vive en el municipio habanero de San Miguel del Padrón. "Todos mis vecinos saben de mi enfermedad porque la doctora de la familia se lo comentó a una persona que terminó regando la información en el barrio", lamenta.
"Lo primero que pensé fue en poner una denuncia pero mis amigos me convencieron de que no porque ya el daño estaba hecho", agrega Iván.
"Después de mucho averiguar me dijeron que todo iba a quedar en una sanción administrativa pero que nunca iba a llegar a los tribunales", explica Iván a 14ymedio. La doctora indiscreta fue cambiada de consultorio médico y el paciente teme que allá donde esté pueda seguir "difundiendo la información privada de otros".
Una investigación de los doctores Maylin Peña Fernández e Hiram Tápanes Daumy pone el dedo en la llaga. En opinión de estos especialistas la "rotación" frecuente de médicos por diferentes puestos de trabajo hace que se pierda la continuidad en el tratamiento de los pacientes y esto afecta también la privacidad.
Además de las deficiencias en el funcionamiento de la Sanidad, la indiferencia de la sociedad cubana explica este tipo de comportamiento y esto se ve reflejado en la prensa oficial. Las imágenes de heridos o enfermos siendo tratados en un centro hospitalario son frecuentes en la televisión nacional. Y, peor aún, el Gobierno ha difundido en varias ocasiones detalles clínicos de opositores y activistas.
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