"Los 'yumas' serán otra cosa, pero los 'pepes' son familia"
Los cubanos de origen español esperan la visita del presidente Pedro Sánchez cargados de demandas
La Habana/ Alquízar/Una cabeza con cuernos domina la sala. Roza el mediodía y todavía no ha salido una sola paella de la cocina de Toros y Tapas, una paladar en la zona de Miramar, La Habana. En el sitio, punto fijo de diplomáticos, se vivía este miércoles cierta expectación pocas horas antes de la llegada de Pedro Sánchez a Cuba.
"Si Sánchez viene a comer a algún lugar privado será aquí, porque tenemos como clientes a muchos de sus compatriotas", vaticinaba un camarero que servía aceitunas y cervezas frías para aliviar el calor del noviembre habanero. Pero de la agenda del presidente del Gobierno español, más allá de los compromisos oficiales, nada se sabe.
Ese enigma atiza las expectativas. Desde todas partes, invisibles brazos lo halan. Los nietos, bisnietos y tataranietos de gallegos, catalanes, vascos, canarios, valencianos o andaluces buscan captar su atención. Decir al oído un mar de pedidos y de preguntas. Necesita una oreja muy receptiva para tantas demandas.
La primera visita oficial de este tipo en 32 años no es cosa de juegos. Tan cerca por la historia, la cultura y la lengua, España parece haberse quedado lejos de la Isla debido al distanciamiento diplomático
La primera visita oficial de este tipo en 32 años no es cosa de juegos. Tan cerca por la historia, la cultura y la lengua, España parece haberse quedado lejos de la Isla debido al distanciamiento diplomático entre La Moncloa y la Plaza de la Revolución, las limitaciones impuestas a su embajada y los vaivenes de los intereses políticos.
Lo que separa la historia lo une "la sangre", así describe Sandra María Jiménez de 42 años al "tirón de la españolidad", un vínculo que hace que cada día decenas de niñas menores de 12 años inunden su sala para recibir clases de baile con castañuelas y abanicos. "Le guste a quien le guste, este sigue siendo el país más español de América", asegura.
Sin embargo, los años y otras cercanías empujan en otra dirección. "Ahora se comen más hamburguesas que churros, Lady Gaga le ganó la pelea al flamenco y los tacones de aguja son más usados que las alpargatas", lamenta Jiménez. Hasta en su casa alternan fotos de la puerta de Alcalá, en Madrid, con el puente de Brooklyn, en Nueva York.
En Cuba se desarrolla una larga pelea de más de un siglo, en medio de la cual arriba este jueves Sánchez. Un enfrentamiento entre la hispanidad y la influencia del cercano vecino del Norte. La mayoría de los vehículos que circulan por las calles salieron de la industria estadounidense y en su interior predomina la bandera de las franjas y las estrellas, no la roja y amarilla.
En Cuba se desarrolla una larga pelea de más de un siglo, en medio de la cual arriba este jueves Sánchez. Un enfrentamiento entre la hispanidad y la influencia del cercano vecino del Norte
Solo cuando de fútbol se habla brota la otrora Madre Patria con sus franjas y sus goles. Los jóvenes cubanos son españoles en cuanto la portería los una y la pelota los convoque. El rugby o el tenis tienen poco éxito en la Isla.
"Sánchez va a poner a Cuba otra vez en el mapa español", opina Jiménez, quien no ha sido todavía invitada a la reunión que el próximo viernes en la tarde tendrá Pedro Sánchez con los descendientes de españoles radicados en la Isla. "La gente que vaya llevará las demandas de todos", asegura la profesora de baile.
Otros son más escépticos.
Con una natilla caliente en la mano, Serapio Rodríguez, de 85 años y descendiente de asturianos, se mece en una hamaca en el poblado artemiseño de Alquízar donde su padre llegó a finales del siglo XIX. En casi 150 años, los Rodríguez levantaron y vieron fenecer un emporio frutal, mandaron dos hijos a la universidad y han visto partir a todos sus nietos al extranjero.
"Algunos viven en España y otros están en Estados Unidos pero todos tienen el pasaporte español", cuenta el patriarca familiar, que se quedó para no dejar la finca sola "ni las gallinas con los vecinos". Rodríguez, español desde que la Ley de Nietos le dio la oportunidad de adquirir la nacionalidad, quiere de Sánchez "que aumente las ayudas económicas a los jubilados".
Con menos de 15 euros al mes de pensión, este viejo militante del Partido Comunista ha aparcado las medallas revolucionarias en un cajón y espera que, como un hijo pródigo, la Madre Patria lo reciba con soporte material
Con menos de 15 euros al mes de pensión, este viejo militante del Partido Comunista ha aparcado las medallas revolucionarias en un cajón y espera que, como un hijo pródigo, la Madre Patria lo reciba con soporte material. "No importa si viene por la embajada española o a través de la Iglesia, pero que venga, porque la situación está muy difícil", lamenta.
Entre sus prioridades no hay lujos: analgésicos, leche en polvo, un bastón (porque el anterior se rompió bajando una escalera), pañales desechables para "los días malos", como los llama, unas vitaminas que le sirvan de suplemento y "un canal de correo postal, rápido y directo" con el que comunicarse con los retoños que viven al otro lado del Atlántico.
Rodríguez tiene sus dudas de si esta visita de Sánchez lo ayudará a salir "del hueco", como se conoce popularmente a esa vida que transcurre bajo los rigores del mercado racionado y del salario en pesos cubanos. "Los yumas serán otra cosa, pero los pepes son familia", dice el exmilitante para distinguir a estadounidenses de españoles.
La falta de transparencia, una constante del último medio siglo en Cuba, también ha despertado todo tipo de rumores ante la llegada de Sánchez. En Santiago de Cuba, una remodelación de la calzada que llega hasta el cementerio de Santa Ifigenia, donde está el monolito que guarda las cenizas de Fidel Castro, se ha convertido en leña para el fuego de la especulación.
En el cementerio de La Habana, un viejo sepulturero que se vanagloria de haber enterrado a "media ciudad" especula, sin indicio alguno, que el presidente del Gobierno español visitará la necrópolis
El líder de la Unión Patriótica de Cuba, el opositor José Daniel Ferrer, quiere poner el parche antes de que salga el hueco. "No puede ser que un político que está clamando por desenterrar los restos de Francisco Franco en España venga aquí a visitar la tumba de otro dictador", aunque no hay confirmación oficial de ese periplo hacia los restos de un difunto.
En el cementerio de La Habana, un viejo sepulturero que se vanagloria de haber enterrado a "media ciudad" especula, sin indicio alguno, que el presidente del Gobierno español visitará la necrópolis, donde están enterrados, entre otros ilustres compatriotas suyos, la madre de José Martí, un hombre híbrido entre la ínsula y la península.
"¿Cómo va a estar en Cuba y no va a ver a sus muertos?" pregunta el empleado, a pocos metros de donde reposa Máximo Gómez que combatió en el bando de los peninsulares en Santo Domingo y contra el ejército español en Cuba.
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