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Un asesinato machista cada 10 minutos: la cifra tras la desigualdad y el sexismo

La violencia contra la mujer es un obstáculo persistente para los derechos humanos en América Latina

Manifestación por el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia Contra la Mujer en Ciudad de México. / EFE/Sáshenka Gutiérrez
Antonio Sánchez Solía / EFE

25 de noviembre 2024 - 12:42

Viena/Una mujer o una niña es asesinada cada diez minutos en el mundo por su pareja o un familiar. Con esa rotunda cifra resume la ONU la gravedad de la violencia machista, en un informe que recuerda que el problema está en la desigualdad entre mujeres y hombres y alerta de que sigue sin bajar la tasa de feminicidios.

De las 85.000 mujeres y niñas víctimas de homicidios intencionados en 2023, unas 51.100, el 60%, lo fueron a manos de sus parejas o familiares. Son 140 al día. Seis cada hora. En contraste, sólo el 12% de los hombres asesinados ese año lo fueron a manos de personas de su ámbito doméstico.

Por ello, en el informe sobre feminicidios en 2023, publicado en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la ONU insiste en que "el hogar es el lugar más peligroso para las mujeres".

No todos esos 85.000 homicidios, que no incluyen a las mujeres muertas en guerras y conflictos, son feminicidios, un concepto que define el asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer. Pero si es cierto que la inmensa mayoría de las mujeres asesinadas por ese motivo lo son a manos de sus parejas y familiares, explica Angela Me, una de las responsables del informe, a EFE.

La inmensa mayoría de las mujeres asesinadas por ese motivo lo son a manos de sus parejas y familiares, explica Angela Me, una de las responsables del informe

En cualquier caso, la ONU señala que más allá del ámbito en el que las mujeres son asesinadas por hombres, los motivos son los mismos.

"Tienen su origen en normas y estereotipos sociales que consideran a las mujeres subordinadas a los hombres, así como en la discriminación de las mujeres y las niñas, la desigualdad y las relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres en la sociedad", diagnóstica la ONU. El informe actualiza las cifras de una realidad que no ha cambiado respecto al análisis que la ONU hace desde hace años.

"Pese a los esfuerzos de muchos países para prevenir los feminicidios, estos crímenes siguen en niveles alarmantemente altos", denuncia el informe Feminicidios en 2023 elaborado por ONU Mujeres y por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd).

El informe aporta datos de tres países con realidades sociopolíticas diferentes, Francia, Colombia y Sudáfrica, para denunciar que entre el 22 y el 37% de las mujeres asesinadas por sus parejas habían denunciado antes que sufrían violencia física o psicológica.

Así, la ONU señala que se podrían prevenir muchos feminicidios mediante intervenciones a tiempo, como las órdenes de alejamiento contra los hombres que maltratan a sus parejas. Pero, más allá de medidas policiales y judiciales, la ONU reclama cambios más profundos en la sociedad.

"Debemos hacer frente y desmantelar los prejuicios sexistas, los desequilibrios de poder y las normas nocivas que perpetúan la violencia contra las mujeres", reclama Ghada Waly, directora ejecutiva de la Onudd.

"Debemos hacer frente y desmantelar los prejuicios sexistas, los desequilibrios de poder y las normas nocivas que perpetúan la violencia contra las mujeres"

El informe lamenta el enorme retroceso en el número de países, la mitad ahora que en 2020, que ofrecen datos sobre asesinatos machistas en el ámbito de la pareja, algo que dificulta acabar con esa violencia.

Angela Me indica que las razones son múltiples: algunos países retrasan las presentación de los datos de 2023 y otros, que en el pasado hicieron esfuerzos en ese sentido, no tienen ahora la capacidad de hacerlo o no lo consideran una prioridad.

Más allá de los cometidos por parejas o familiares, la ONU indica que hay otro tipo de feminicidios, como los asesinatos de mujeres prostituidas, víctimas de trata, así como las mujeres asesinadas por personas ajenas a la familia tras sufrir violencia sexual o las víctimas con antecedentes de acoso. En Francia y Sudáfrica, países tomados como referencia, suponen el 5 y el 9% del total de feminicidios.

Angela Me recuerda que es muy difícil medir el volumen de feminicidios fuera del ámbito más cercano (parejas y familias) porque muy pocos países separan esos datos. Aunque los hombres matan a las mujeres en todas las regiones del mundo, la ONU detecta algunas diferencias.

Mientras en Europa y América los feminicidios en el ámbito doméstico son cometidos principalmente por parejas íntimas (64 y 58% respectivamente), en el resto del mundo las mujeres y niñas tienen más probabilidades de ser asesinadas por familiares.

África fue en 2023 el continente con las tasas de feminicidios más altas, con 2,9 homicidios por cada 100.000 mujeres seguida de América (1,6), Oceanía (1,5), Asia (0,8) y Europa (0,6). En el continente americano 8.300 mujeres fueron asesinadas el pasado año por sus parejas o familiares. En Europa fueron 2.300.

En el continente americano 8.300 mujeres fueron asesinadas el pasado año por sus parejas o familiares. En Europa fueron 2.300

La falta de datos hace también difícil establecer una tendencia clara en la evolución de la tasa de feminicidios, pero lo cierto es que apenas hay cambios en la tendencia y, si se producen, son muy lentos.

Esto, según la ONU, indica que los factores de riesgo y las causas de la violencia machista "están arraigados en prácticas y normas que no cambian con rapidez".

En América Latina, la violencia machista hacia las mujeres sigue siendo uno de los problemas más graves de derechos humanos. A pesar de avances legislativos en países como Chile y México, millones de mujeres enfrentan violencia física, sexual y psicológica diariamente en sus hogares y comunidades.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2023 se registraron al menos 3.897 feminicidios en 27 países de la región, equivalente a 11 mujeres asesinadas cada día por razones de género. Estos crímenes, en su mayoría, permanecen impunes debido a factores culturales, sociales y económicos que perpetúan la desigualdad.

Honduras lidera con la tasa más alta de feminicidios en la región: 7,2 casos por cada 100.000 mujeres, seguido de República Dominicana (2,4) y Brasil (1,4). Aunque países como Chile, Haití y Guatemala reportan tasas menores, las cifras no reflejan la magnitud real debido a deficiencias en el registro de casos.

Entre el 63% y el 76% de las mujeres en América Latina han sufrido algún tipo de violencia por parte de parejas o familiares.

Honduras lidera con la tasa más alta de feminicidios en la región: 7,2 casos por cada 100.000 mujeres, seguido de República Dominicana (2,4) y Brasil (1,4)

Aunque la mayoría de los países de la región han adoptado leyes para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, la implementación es deficiente. La falta de recursos, corrupción y resistencias culturales dificultan el cumplimiento de estas normativas. Movimientos feministas como “Ni Una Menos” han sido clave para visibilizar el problema y exigir medidas efectivas.

Chile cuenta con leyes avanzadas, como la Ley de Violencia Intrafamiliar de 1994, la Ley 20.066 de 2005, la Ley Gabriela de 2020 y la Ley de Acoso Sexual en Espacios Públicos de 2019. Estas normativas buscan prevenir la violencia, sancionar a los agresores y proteger a las víctimas, incluyendo la ampliación del concepto de femicidio para abarcar cualquier asesinato motivado por el género.

No obstante, en 2023, se reportaron 51 femicidios y 134.116 denuncias policiales por violencia de género, donde el 86% de las víctimas fueron mujeres y niñas. Además, ocurrieron 51 agresiones sexuales diarias, una cada 28 minutos.

A pesar de los avances legales, las respuestas estatales siguen siendo insuficientes para identificar y sancionar a los responsables, generando un clima de pesimismo. Casos recientes, como el del ex subsecretario de Interior Manuel Monsalve, han resaltado la falta de efectividad en la aplicación de las normativas, poniendo en duda los avances logrados.

México enfrenta una de las crisis más graves de violencia de género en América Latina. Desde 2015, un promedio de diez mujeres son asesinadas diariamente. Entre enero y septiembre de 2024, se reportaron 2.624 asesinatos de mujeres, incluyendo 598 feminicidios y 2.026 homicidios dolosos, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Entre enero y septiembre de 2024, se reportaron 2.624 asesinatos de mujeres, incluyendo 598 feminicidios y 2.026 homicidios dolosos en México

Además, las denuncias alcanzaron cifras récord en 2024: 214.572 casos de violencia familiar, 4.996 de violencia de género y 16.398 de violación.

El país ha avanzado significativamente en su marco jurídico. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, promulgada en 2007, reconoció diversas formas de violencia y estableció mecanismos de protección como refugios y asistencia jurídica. En 2011, México tipificó el feminicidio como un delito autónomo, estableciendo su investigación bajo un enfoque especializado en todo el territorio nacional.

La creación de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) permite atender emergencias relacionadas con violencia feminicida en zonas de alto riesgo. En 2020, las leyes de paridad de género y de violencia política contra las mujeres reforzaron la igualdad en procesos democráticos y protegieron a mujeres en cargos públicos. Además, los protocolos de investigación de feminicidios obligan a las autoridades a actuar con perspectiva de género, aunque la implementación sigue siendo un desafío.

América Latina enfrenta una crisis estructural en la lucha contra la violencia de género. A pesar de leyes pioneras y movimientos sociales potentes, la falta de recursos y voluntad política limita la eficacia de las medidas.

Por este motivo, es urgente reforzar las capacidades de los sistemas judiciales y policiales, promover la educación en igualdad de género y garantizar la rendición de cuentas para los agresores. Solo así será posible reducir la violencia machista y garantizar un entorno seguro para todas las mujeres en la región.

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