Las cárceles cubanas, el peor lugar en tiempos de coronavirus
Los presos esperan que se tome alguna medida de excarcelación temporal o se extremen las precauciones
La Habana/"Muchos presos están esperando un anuncio de liberación pero todavía nada", cuenta vía telefónica Esteban, condenado a cuatro años por el delito de "sacrificio ilegal de ganado vacuno". El prisionero pasa su último año de reclusión en una granja de trabajo agrícola en la provincia de La Tunas, en la que solo una vez ha recibido un pase para el funeral de un pariente.
"La gente aquí tiene miedo a que el virus entre y esto se convierta en un infierno", detalla Esteban. "Las condiciones higiénicas de esta granja son muy malas y aunque han puesto un pomo con cloro a la entrada del comedor los barracones donde dormimos están en muy mal estado y las literas muy juntas".
En el centro penitenciario de mínima seguridad donde está Esteban están recluidos presos que están a punto de cumplri su condena o que fueron condenados por delitos menores, no relacionados con hechos violentos o de sangre. "Aquí hay muchos prisioneros que han sido sancionados por desvío de recursos del Estado y delitos contables", agrega.
El problema es más grave en Latinoamérica, donde las prisiones tienen graves problemas de insalubridad y hacinamiento, lo que ha provocado motines en países como Colombia o Brasil
En algunos países europeos se han tomado medidas para aliviar la gravedad de un posible brote en prisiones. Francia excarcela a presos con penas de prisión poco elevadas y ha retrasado los ingresos nuevos de este tipo. En España, los presos con patologías que puedan suponer un alto riesgo si se contrae la enfermedad están en aislamiento desde que comenzó la pandemia. El problema es más grave en Latinoamérica, donde las prisiones tienen graves problemas de insalubridad y hacinamiento, lo que ha provocado motines en países como Colombia o Brasil. En Chile, Colombia o El Salvador se plantean enviar a los presos que cumplan ciertos criterios a prisión domiciliaria de manera temporal.
A las afueras del Combinado del Este de La Habana, la cárcel más poblada del país, durante toda la pasada semana se reunieron madres y familiares de los presos para preguntar si iban a aplicar alguna medida especial para mandar a los reclusos para sus casas hasta que pase la crisis del covid-19 en la Isla.
"Mi hijo más chiquito está condenado a tres años por posesión ilegal de drogas", cuenta María Emilia, residente en el barrio habanero de San Isidro y que tiene dos hijos en prisión. "Al mayor le aplicaron la ley de peligrosidad predelictiva porque no tenía trabajo y como tiene antecedentes entonces lo procesaron y lleva seis meses en el Combinado".
"Ambos son asmáticos y el menor tiene además un problema de que le sube la presión a cada rato, por lo que si contrae este virus su vida puede estar en peligro", comenta a este diario María Emilia. "Pero cuando fui a preguntar me dijeron que no hay ningún cambio en el funcionamiento de las prisiones y que todo sigue como hasta ahora, aunque se han cancelado las visitas".
"He llamado varias veces a la Dirección General de Prisiones para preguntar si se espera una excarcelación masiva pero me dicen que no, que no hay nada orientado hasta ahora", comenta la madre. "Si no puedo entrar a dejarles comida la situación de la alimentación de mis hijos es muy difícil porque los alimentos que les sirven en el comedor muchas veces están en mal estado".
El Combinado del Este, un conjunto de edificios de cuatro pisos cada uno, tiene muchos problemas de infraestructura y grandes carencias sanitarias. Osmany, de 28 años, terminó de cumplir en febrero pasado una condena de tres años en la cárcel habanera. "A cada preso le dan un pomo con agua para que lo use para tomar y mantener la higiene cada día, pero no alcanza así que lavarse las manos es casi imposible.
"En la parte donde yo dormía teníamos filtraciones de aguas albañales que caían desde el piso de arriba y muchas veces no había agua para descargar las tazas", explica a este diario Osmany. "Ese lugar es una trampa mortal si llega a haber contagios, porque las condiciones son muy malas sobre todo en la cuestión higiénica". Una situación que comparte con otras de las cárceles más pobladas del país: Taco-Taco, en Pinar del Río; Agüica, en Matanzas; Canaleta, en Ciego de Ávila; y Boniato, en Santiago de Cuba.
"En la parte donde yo dormía teníamos filtraciones de aguas albañales que caían desde el piso de arriba y muchas veces no había agua para descargar las tazas", explica a este diario Osmany
En 2018, un informe de World Prison Brief ubicó a Cuba en el puesto número seis a nivel internacional, con 510 reclusos por cada 100.000 habitantes, según datos oficiales anunciados en 2012. La población penitenciaria en la Isla, incluidos los que se encuentran en prisión preventiva, asciende a 57.337, un dato que las organizaciones independientes cuestionan y ubican entre 70.000 y 90.000 reclusos repartidos en más de 200 prisiones.
El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, pidió esta semana la liberación de los presos políticos ante la amenaza de que el covid-19 llegue a las cárceles de la Isla. Según el más reciente reporte de la organización Cuban Prisoners Defenders, hasta abril de este año había 128 condenados y presos políticos por hacer "oposición al régimen".
La entidad cifra en 11.000 los "civiles no pertenecientes a organizaciones opositoras, 8.400 de ellos convictos y 2.538 condenados, ambos grupos de conciencia con penas medias de 2 años y 10 meses de cárcel, por cargos denominados en el Código Penal como "pre-delictivos".
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también instó a tomar medidas para evitar que el coronavirus se extienda en las cárceles. "Ahora más que nunca, los Gobiernos deberían liberar a todas las personas detenidas sin suficiente base legal, entre ellos presos políticos y otros detenidos simplemente por expresar ideas críticas o disidentes", dijo.
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