Cuesta arriba el precio de moverse en bicicleta en Cuba

El costo de los repuestos y los parqueos impide avanzar a un medio de transporte barato y seguro en tiempos de pandemia

Desde que Mi Bici cerró, hace algún tiempo, ya no hay ningún lugar estatal para comprar repuestos en La Habana. (14ymedio)
Desde que Mi Bici cerró, hace algún tiempo, ya no hay ningún lugar estatal para comprar repuestos en La Habana. (14ymedio)
Natalia López Moya

22 de septiembre 2021 - 17:09

La Habana/"Antes había una tienda que se llamaba Mi Bici que estaba por la terminal de trenes. Yo compraba algunas piezas ahí, pero era cuando había", cuenta Elizabeth. A sus 56 años, esta habanera, residente en el municipio Plaza, pedalea desde hace más de tres décadas por la ciudad y se considera toda una experta en ciclos. La convergencia de una constante crisis energética y una pandemia, en la que evitar el transporte colectivo es clave, podrían haber convertido a la bicicleta en una tabla de salvación para muchos cubanos, pero no ha sido así.

Elizabeth cuenta que desde que Mi Bici cerró, hace algún tiempo, ya no hay ningún lugar estatal para comprar repuestos. "Tenemos que morir en los particulares de Cuatro Caminos, y ahí todo es carísimo. Hay que dar un ojo de la cara por cualquier pieza, y eso que ni siquiera son originales", explica. Eso sí, los alrededores del establecimiento se han convertido en el mercado negro principal en La Habana, donde se podía resolver cualquier accesorio o repuesto.

"Tenemos que morir en los particulares de Cuatro Caminos, y ahí todo es carísimo. Hay que dar un ojo de la cara por cualquier pieza, y eso que ni siquiera son originales"

"A veces traen las piezas de afuera y eso hace que sean aún más caras", prosigue Elizabeth, que ve imposible que muchos puedan afrontar los precios y admite que tendrán que volver al deficitario transporte público, donde además se exponen más al coronavirus.

Los pedales, las cajuelas, las bolas, los ejes, las gomas y los tacos de freno, entre otros, son piezas que hay que cambiar habitualmente para mantener una bici y muchos, como la propia Elizabeth, deben esperar a recibir la ayuda de algún familiar en el exterior, si es que tienen esa suerte. "Estoy esperando por un paquete que me puso mi sobrino que está afuera. Ahí me manda unas piezas que tengo que cambiar, pero mientras espero, tendré que moverme con el vedoblepie", concluye.

Tener una bicicleta "montañesa" es un dolor de cabeza. Una cadena o catalina puede costar entre 2.500 y 3.600 pesos, unos pedales hasta 3.000 y los rodamientos 1.500. La mayoría de piezas de estos ciclos se venden a precios 'milenarios', por lo que armar una al completo puede llegar a más de 30.000 pesos.

En cuanto a las de carrera, el lujo es aún mayor, ya que sus componentes se comercializan en dólares y una sola goma cuesta nada menos que 100, casi 8.000 pesos cubanos al cambio en el mercado negro.

Los gastos no solo van a la cuenta de las piezas y el mantenimiento. En La Habana, el número de parqueos de bicicleta ha caído abruptamente. Hace unos años era común que cerca de cada centro comercial hubiera alguno de estos lugares que, por uno o dos pesos, custodiaban el vehículo mientras el cliente hacía sus compras, pero en la medida en que el uso de ciclos fue disminuyendo también lo hicieron estos locales.

"Parquear ahora no baja de 20 pesos y tienes que caminar cantidad entre que dejas la bicicleta y llegas al lugar a donde ibas a entrar, es un dolor de cabeza"

"Parquear ahora no baja de 20 pesos y tienes que caminar cantidad entre que dejas la bicicleta y llegas al lugar a donde ibas a entrar, es un dolor de cabeza", asegura Daniel, un joven estudiante universitario que lamenta las limitaciones para acceder con bicicleta a muchos lugares. "Llegas y te dicen que está prohibido pero no te ofrecen un lugar para parquear".

Con las clases suspendidas en los últimos meses, Daniel ha trabajado como mensajero entregando pizzas y otros alimentos a domicilio en el popular servicio Mandao. "Cuando un cliente vive en un piso alto y me pide que suba por el ascensor a entregarle el pedido no puedo, porque si dejo la bicicleta sola, aunque le ponga candado, es muy probable que me la roben y tampoco es fácil que encuentre un parqueo, si lo hago tengo que dejar parte de mi ganancia en eso".

Daniel lamenta también que la ciudad "ha dejado de ser un lugar para bicicletas". A la falta de piezas y parqueos, se le suma "la extinción de los vías para ciclos", antes marcadas en las principales avenidas. "También se han quitado del negocio muchos poncheros que antes trabajaban exclusivamente con bicicletas. Esto va cuesta arriba, cada vez es más duro".

En el interior del país, donde la bicicleta se usa aún más que en la capital, la situación empeora, ya que los precios superan a los de la capital. Jesús, de 40 años, reside en Sancti Spíritus y va todos los días desde su casa al trabajo en bicicleta, un trayecto de 7 kilómetros.

"Tenemos bastante cerca la fábrica de Santa Clara, que nos surte algunas pocas piezas de repuesto. Sin embargo, la calidad es pésima y la variedad prácticamente nula. Lo que más nos golpea es la falta de gomas, las Ring 26 todavía se encuentran, más o menos, porque las traen de afuera y aparecen por unos 4.000 o 5.000 pesos cada una. Pero para las Ring 24, como la mía, simplemente no existen y, de aparecer, yo no las puedo comprar porque por ellas pueden pedir hasta 6.000 pesos. Es decir: una sola goma podría exceder mi salario mensual", lamenta.

"Para las Ring 24, como la mía, simplemente no existen y, de aparecer, yo no las puedo comprar porque por ellas pueden pedir hasta 6.000 pesos. Es decir: una sola goma podría exceder mi salario mensual"

Pese a todo, Jesús considera que las maquinarias rústicas con que se han hecho muchos emprendedores están ayudando a resolver el problema. "Aunque las piezas son criollas, nos han facilitado un poco el día a día", argumenta.

El pasado agosto, el diario Granma anunció que unos mil estudiantes de la Universidad Marta Abreu de Villa Clara podrían beneficiarse de la compra a plazos de bicicletas ensambladas en la empresa estatal Ángel Villareal Bravo, ubicada en la provincia y más conocida como Ciclos Minerva.

El precio de cada unidad era de 2.900 pesos pagando al contado y en efectivo, pero si el comprador optaba por aplazar el pago (una opción disponible desde que en julio se aprobó la modalidad) debía entregar el 20% del importe y disponía de un año para completar el total, con un interés del 2,5%.

El diario oficial contaba entonces que se trataba de una gran oportunidad para los jóvenes, que podrían acceder a un medio de transporte de forma más flexible. Pero la gran ventaja, según se está demostrando, es la ocasión que han encontrado con la reventa de las piezas en el mercado negro, a 12.000 o 15.000 pesos.

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