Encontrar la voz en medio de la estridencia

Yulaysi Miranda Ferrer vence en la segunda edición de un Sonando en Cuba que deja mejor sabor de boca que en su primera temporada

La ganadora del certamen Sonando en Cuba, Yulaysi Miranda Ferrer, quien compitió por la zona occidental del país. (Captura)
La ganadora del certamen Sonando en Cuba, Yulaysi Miranda Ferrer, quien compitió por la zona occidental del país. (Captura)
Zunilda Mata

31 de octubre 2016 - 12:07

La Habana/Si Sonando en Cuba comenzó como un concurso musical demasiado inspirado en programas extranjeros, ha terminado por encontrar su propia voz. La segunda temporada del certamen le ha devuelto algo de audiencia a la televisión nacional, espoleada por el desinterés de los espectadores y la competencia del paquete.

Cuatro meses después de que se iniciara la competencia, este domingo en la noche estallaron las emociones en el cine teatro Astral en La Habana al enfrentarse por el premio las tres finalistas. Por la zona occidental competía la que se convirtió en ganadora, Yulaysi Miranda Ferrer, por la Central, Rosa María Moret y representando a la Oriental, Dayana Batista.

Una audiencia que trasciende las fronteras nacionales y un sentido más comercial del espectáculo, han contribuido al aumento en la calidad

Cada una de las intérpretes presentó un popurrí de temas que le permitió moverse entre los ritmos bailables, el bolero, el feeling y los cantos yoruba. Fue un recorrido por la música cubana de todos los tiempos y, afortunadamente, no se apeló al facilismo de elegir canciones difundidas en exceso, al estilo de las que se escuchan en cada bar turístico del país.

Como rara vez ocurre, el jurado y el público estuvieron en sintonía y premiaron, unos con aplausos y otros con su voto, el carisma de Yulaysi Miranda Ferrer, una joven de 25 años apadrinada por el músico Mayito Rivera. La cantante, con una impresionante voz, resultó ganadora del Gran Premio y desplazó la excelencia de Dayana y la elegancia de Rosa.

La segunda entrega de Sonando en Cuba también superó los logros estéticos de la escenografía que caracterizaron a la edición anterior. Con una estética moderna y efectiva, el programa ha ayudado a romper con los estereotipos de que las producciones nacionales siempre muestran una factura desfasada y pobre debido a la escasez de recursos del medio televisivo.

En ese empeño renovador ha contribuido que en esta emisión final se haya unido el sello cubano RTV Comercial, la GFR Media y Telemundo Puerto Rico, que trasmitió, para ese país, de manera simultánea con Cubavisión. Una audiencia que trasciende las fronteras nacionales y un sentido más comercial del espectáculo, han contribuido al aumento en la calidad.

Sonando en Cuba sigue pareciéndose a espacios como American Idol y Operación Triunfo, pero también ha logrado rescatar producciones nacionales como La Suprema Corte del Arte y el popular Todo el mundo canta. Copia a los talent show que se distribuyen en las redes alternativas de audiovisuales pero logra asumir con acierto esas fórmulas probadas como efectivas y populares.

En la conducción del espectáculo Yasbell Rodríguez y Jorge Martínez alcanzaron una mayor naturalidad y empatía con el público durante una velada ausente de los pesados baches y problemas de audio tan comunes en los escenarios nacionales. Un milagro de fluidez, buena coordinación y trabajo técnico previo que los espectadores supieron valorar.

Para restar peso a las críticas de frivolidad lanzadas desde los sectores más oficiales, los productores organizaron este año algunas escenas de activismo social protagonizadas por los concursantes y sus mentores. Se les vio confraternizar con los damnificados del huracán Matthew en la ciudad de Baracoa, en un centro de acogida de niños sin amparo filial y en el Malecón habanero mientras arrojaban flores al mar en recordación de Camilo Cienfuegos.

Esos momentos, en especial el homenaje al comandante guerrillero, desentonaron en un espectáculo netamente musical y dieron un toque ideológico a lo que debió basarse en puro arte

Esos momentos, en especial el homenaje al comandante guerrillero, desentonaron en un espectáculo netamente musical y dieron un toque ideológico a lo que debió basarse en puro arte.

El jurado, compuesto por el intérprete y compositor puertorriqueño Víctor Manuelle, la cantante Diana Fuentes y los reconocidos músicos Adalberto Álvarez y Argelia Fragoso, pecó de exceso de parquedad, un pobre lenguaje expresivo a la hora de valorar cada actuación y unos alardes de secretismo que disminuyeron su papel y dejaron una impresión de simpleza comunicativa.

Los tres mentores Mayito Rivera (Occidente), Haila María Mompié (Centro) y Paulo FG (Oriente) se mostraron más naturales y expresivos, una actitud que culminó con el arranque del cantante de la célebre orquesta Van Van, quien cargó en vilo a la ganadora del concurso. Un gesto de espontaneidad que se agradece ante las cámaras cubanas, tan acostumbradas a que todo quede pautado de antemano.

Tras obtener el máximo reconocimiento del certamen, Yulaysi Miranda Ferrer podrá grabar un disco en solitario, producir su primer videoclip y acompañar en una gira por Puerto Rico a la popular cantante boricua Olga Tañón. Esta última posibilidad es un estímulo de altos quilates en el que se mezclan el reconocimiento profesional y el añorado viaje al extranjero con el que sueñan tantos cubanos.

Concluida esta segunda edición de Sonando en Cuba, la noche del domingo vuelve a ser recuperada por las propuestas alternativas. El paquete retoma su reinado, casi total, sobre el consumo audiovisual durante el fin de semana.

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