Mensaje del papa Francisco a los jóvenes cubanos
El amor es constructivo, el amor no destruye, no hay enemigos. El amor siempre construye y cuando sean enviados por los obispos como testigos de la misericordia recuerden que el deseo más hermoso del maestro es que no le tengan miedo a nada. Chicos y chicas, no le tengan miedo a nada.
Quizás les pueda ayudar lo que nos legara el venerable padre Félix Varela: "Ustedes son la dulce esperanza de la patria" Eso se lo dice a ustedes, no me lo dice a mí. Y continúa "Para ser portadores de la esperanza será necesario que no pierdan esa capacidad de soñar. Recuerden que en la objetividad de la vida tiene que entrar esa capacidad soñadora y quien no tiene esa capacidad de soñar está clausurado en si mismo"
Yo añadiría algo más, quien no tiene la capacidad soñadora ya se jubiló. Los jóvenes que no tienen esta capacidad de soñar y seguir adelante ya se jubilaron y no sirven ni para papel picado en fiestas de Carnaval.
Jóvenes cubanos, ábranse a cosas grandes. No tengan miedo. No sean triquiñiquis, sueñen que el mundo, con ustedes, puede ser distinto; sueñen que Cuba con ustedes puede ser distinta. No se rindan, y en este empeño es importante, es preciso abrir el corazón y la mente a la esperanza que da Jesús y nunca olviden que esa esperanza es sufrida. La esperanza sale a sufrir para llevar a cabo un proyecto, pero tampoco olviden que ella da vida, la esperanza es fecunda.
Con esa esperanza no serán ustedes, sino que darán vida a los demás. Harán patria, harán iglesia, harán cosas grandes ¿por qué? Porque la esperanza es convocadora para construir la amistad social, aunque se piense diferente. No es necesario que todos piensen igual. No, todos tienen que unirse en la amistad social. Que uno piense de una manera o tenga otra condición, pero todos tienen algo en común que es el deseo de soñar y ese amor a la patria. Lo importante, iguales y diferentes es construir la amistad social con todos.
Tender puentes, trabajar mancomunados. Tender puentes. Alguno de ustedes me podrá decir ¿y cómo puedo yo tender un puente si no soy ni carpintero ni ingeniero? Todos podemos tender puentes, con la palabra, con el deseo, con el corazón.