El nido vacío
Es frecuente que los hijos más jóvenes partan en busca de nuevos horizontes y con la promesa de ayudar económicamente a sus padres
La Habana/Hay padres que cruzan los dedos para que sus hijos se independicen y otros que suspiran en la distancia porque sus retoños han emigrado o se han instalado lejos de casa. En un país donde hay un déficit de más de 800.000 casas y los problemas habitacionales obligan a varias generaciones a convivir bajo un mismo techo, es fácil pensar que nadie sufre el síndrome del nido vacío, pero no es así.
Según el Censo de Población y Viviendas realizado en 2012, el 12,6% de los hogares cubanos están constituidos por adultos mayores solos. Muchos de ellos han visto partir a sus hijos hacia el extranjero o para emprender una nueva vida junto a su pareja en otra vivienda. La soledad, la depresión y los cuestionamientos sobre el sentido de la propia existencia aparecen en muchos de estos padres. Para la atención social y médica, reconocer esos síntomas y ayudar a quienes los padecen resulta fundamental.
"Hay ancianos que vienen aquí más por la compañía que por la comida", cuenta a 14ymedio una empleada del Comedor Pío Pío del Sistema de atención a la familia, ubicado en el municipio habanero Playa. En el local se ofrece desayuno, almuerzo y comida a los jubilados con bajos recursos de la zona, pero otras de sus funciones es "servir de punto de encuentro", asegura la trabajadora que labora en la confección de los alimentos.
Buena parte de los ancianos que comen en Pío Pío viven solos o con otros adultos mayores. "Son personas que dedicaron buena parte de su vida al cuidado de sus hijos y en un momento se quedaron solas", lamenta la empleada. En el salón, que funciona como comedor, varios ancianos conversan y uno muestra las fotos de un hijo que vive en la lejana Hamburgo.
La familia cubana se ha estado dispersando en los últimos años con el repunte de los viajes al extranjero y la emigración. Es frecuente que los hijos más jóvenes partan en busca de nuevos horizontes y con la promesa de ayudar económicamente a sus padres.
En el caso de las mujeres los efectos de esa separación puede expresarse con mayor gravedad. El 49,1% de los adultos mayores que viven en hogares unipersonales son féminas con una edad mediana de 69 años. Para el psicólogo Miguel Lugones, las madres sienten "que el hogar está solo, que sus hijos crecieron e hicieron vida independiente y ella siente que ha perdido su papel protagónico socialmente". El nido vacío parece más ancho y ajeno para ellas.
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