"Que ofrezcan una libra de pollo por vacunarse y esto se llena de gente ahora"
Los sanitarios intentan vencer las reticencias de los cubanos ante Abdala y Soberana 02
La Habana/"Doctora, ¡Vamos a empezar ya, vamos, vamos!", "¡Que pierdo el pollo!" La desesperación reinaba este jueves en un centro de vacunación en Cayo Hueso, Centro Habana, donde se aplica el candidato Abdala, coronado en los últimos días por las autoridades con una anunciada efectividad de más del 92%.
Convocados los vecinos de dos edificios, los sanitarios no podían comenzar a inyectar mientras no se hubieran congregado 10 personas, las dosis que caben en un bulbo. Reticentes a vacunarse, a pesar de las fanfarrias oficiales, la decena se tardaba en congregar.
"Me voy a vacunar para quitarme a mi familia de arriba", decía Alejandro, un hombre de unos cuarenta años, en la sala de espera. En los últimos días, este diario ha recibido varios testimonios acerca de presiones laborales o familiares para recibir las inyecciones, por la tradicional suspicacia que recorre la Isla ante cada campaña oficial.
"Llegué al lugar de vacunación y cuando dije que no iba a dejarme inyectar hasta que el candidato vacunal no fuera una vacuna registrada, la enfermera me miró como si fuera un extraterrestre"
"Me llamó un vecino para decirme que la doctora llevaba días buscándome", cuenta Luis Alberto, un joven de 26 años que vive en una de las zonas más pobladas de la capital cubana. Este habanero se queja de presiones, aunque hace días decidió esperar resultados científicos más allá de los titulares de la prensa oficial.
"Llegué al lugar de vacunación y cuando dije que no iba a dejarme inyectar hasta que el candidato vacunal no fuera una vacuna registrada, la enfermera me miró como si fuera un extraterrestre", comenta a 14ymedio. "Me dijo que debía esperar a la doctora, pero después de más de una hora me fui y pedí que me contactaran por teléfono. No tenía sentido quedarme ahí".
"Más de una hora después, llamaron y fui, pero no sabían muy bien cómo manejar mi caso", asegura. "La doctora no sabía siquiera qué escribir para mostrar mi voluntad de esperar por la certificación de la vacuna". Finalmente, la médico puso en la casilla "no se vacunó", una frase que no explica los reparos de Luis Alberto pero que "quedará en el archivo", puntualiza el joven.
"Cuando me llamaron por mi nombre", recuerda Bárbara desde otra barriada de Centro Habana, "vi que me habían puesto como 'negada', solamente porque la semana pasada le dije a la presidenta del Comité [de Defensa de la Revolución] que estaba indecisa". La joven cambió de opinión porque convive con un enfermo oncológico que le arrienda un pequeño espacio en su casa.
"La jugada se está apretando y temo perder el alquiler si no me vacuno", reconoce. "Hubiera preferido esperar los resultados de los estudios pero la enfermera me dijo que si no me vacunaba ahora ya la próxima vez solo iban a inyectar a los que tuvieran la primera dosis y no quiero arriesgarme". Bárbara puso el hombro y de ahí salió para la cola del yogur, por unas tres horas, en la Plaza de Cuatro Caminos.
El control de los que iban sometiéndose a la aplicación del aspirante vacunal era también patente en un consultorio de Nuevo Vedado, donde este diario acreditó que pedían el carné de identidad hasta tres veces
El control de los que iban sometiéndose a la aplicación del aspirante vacunal era también patente en un consultorio de Nuevo Vedado, donde este diario acreditó que pedían el carné de identidad hasta tres veces.
En este lugar, la mayoría de las 20 personas que se encontraban en la sala de espera superaban los 60 años. Una enfermera insistía a una mujer que se negaba a sentarse en un lugar tan pequeño y con tantas personas, aunque se estaba dejando "una silla por medio" y que el local tenía "bastante ventilación". A pesar de las dudas, y tras quedarse parada en la entrada un rato, la mujer acabó sentándose a instancias de su esposo. Un hombre fue descartado al detectarle la presión alta. "Así no puede ser", decía la auxiliar.
Aunque un cartel en los alrededores reza que solo se está inyectando con el candidato vacunal a los mayores de 60 años, el rigor en el cumplimiento de la decisión se ha visto alterado por la necesidad de tener diez voluntarios cada vez que se abre un bulbo, lo que obliga a echar mano de cualquiera que pase.
A pesar de ese recurso para acelerar el proceso, una hora después de que el vacunatorio de Nuevo Vedado abriera sus puertas aún no habían empezado a llamar a los que esperaban.
La demora hacía exasperar al personal de salud en Centro Habana. "¡Tengo que empezar, porque los poquitos que tengo aquí se me van a ir!", clamaba una enfermera, que medio en serio, medio en broma amenazaba con plantarse "en medio de la calle San Lázaro a parar una guagua para ver quién se quiere vacunar". "Que ofrezcan una libra de pollo por vacunarse y esto está lleno de gente mañana", le contestaba un señor.
La enfermera también se quejaba de tener que trabajar los siete días de la semana de la mañana a la noche para esperar a que se recojan los pomos vacíos de los productos. "No te puedes negar, porque todo es amenaza y amenaza", se explayaba.
La "cadena de frío", según confirmó 14ymedio tanto en Nuevo Vedado como en Centro Habana, consiste en un círculo de botellas de agua congelada, rodeando los frascos que contienen el candidato vacunal
En respuesta a una señora que expresaba sus dudas en el local de Nuevo Vedado, un médico contestó que tanto Soberana 02 como Abdala "ya demostraron su eficacia y son vacunas", aunque aún no han sido aprobadas por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos (Cecmed).
Después de firmar, se pasaba al cuarto donde la enfermera inyectaba. Junto a ella, llamaba la atención una caja blanca de poliespuma sobre la mesa que contenía los bulbos. Preguntada por cómo se conserva la temperatura adecuada –entre 2º y 8º C en el caso de Abdala–, la sanitaria respondió: "Con la cadena de frío", haciendo un gesto circular con las manos.
La "cadena de frío", según confirmó 14ymedio tanto en Nuevo Vedado como en Centro Habana, consiste en un círculo de botellas de agua congelada, rodeando los frascos que contienen el candidato vacunal.
El trámite, por lo demás, fue expedito. Otra doctora recogía la documentación a los vacunados y les decía: "Ahora muévanse para la otra sala, a ver si salimos de esto".
A la misma hora, en Centro Habana, la gente comenzaba a desertar, aburrida de tanta espera. Intentando retener a los presentes, una doctora advertía de que este jueves era el último día y ella no tenía "orientación" de que después de esta intervención sanitaria fueran a volver a vacunar. A partir de la próxima semana, aseguraba, solamente se aplicarían "la segunda dosis".
Sin embargo, en Nuevo Vedado convocaron para la segunda dosis para la segunda semana de julio.
"Vinieron a mi puerta para volver a convencerme, pero dije que prefiero esperar a que sea vacuna", cuenta un jubilado de 74 años del municipio Plaza de la Revolución. "Fueron amables, pero me mintieron. Cuando dije que todavía no era una vacuna, la joven estudiante de medicina juró y perjuró que sí lo era, pero la prensa dice otra cosa".
El señor, pensionado del sector de la educación, no solo quiere tener inmunidad, sino que quiere que le digan "la verdad aunque duela" y atribuye al intento de engaño su negativa a inyectarse. "No es por desconfianza con los científicos cubanos, que son dignos de admiración, sino porque en mi puerta me mintieron como si fuera un niño y no lo soy".
"Cuando esté registrada por los organismos nacionales, entonces tendré otra decisión que tomar. Yo no soy un antivacuna, no me estoy negando a nada. Yo solo quiero saber la verdad y que me expliquen".
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