El último refugio de la sátira en la televisión vietnamita
Un programa producido por la cadena estatal se atreve a lanzar críticas al Gobierno desde el humor
Ho Chin Minh/(EFE).- La sátira política y social, censurada por los gobernantes comunistas, encuentran en la última noche del año nuevo lunar un último refugio en el programa especial emitido por varios canales de la televisión vietnamita.
Reunido junto a su familia en Ho Chi Minh, Khoa, un chico de 15 años, aguarda expectante el inicio del programa Táo Quân (Nos encontramos en el fin de año), en el que algunas estrellas de la televisión vietnamita rompen con la habitual inocuidad y se atreven a contar chistes sobre el nepotismo de los gobernantes, las crisis mal resueltas por el Partido Comunista en el poder o la corrupción reinante en el país.
"Lo descubrí hace dos años, cuando empezó a interesarme la actualidad y me parece muy divertido, es el único día en que se pueden ver estas cosas en la televisión"
"Lo descubrí hace dos años, cuando empezó a interesarme la actualidad y me parece muy divertido, es el único día en que se pueden ver estas cosas en la televisión", dice a Efe Khoa.
El programa, producido por la cadena estatal VTV desde que empezó a emitirse en 2003, representa la llegada al cielo de los "dioses de la cocina", unas figuras tradicionales a las que los vietnamitas prenden fuego delante de sus casas una semana antes del año nuevo lunar para facilitar su ascenso celestial.
En el espectáculo, seguido con expectación por millones de vietnamitas, los dioses se presentan ante un tribunal de mandarines y un emperador que examinan su conducta durante el año, un pretexto para repasar algunos de los acontecimientos más importantes y deslizar algún comentario irónico.
En la edición de este año, emitida en la noche del jueves pasado, aunque menos irreverente que otras veces según muchos internautas, los actores aludieron a un escándalo de venta de medicamentos falsos que salpicó al Ministerio de Sanidad, a la mala gestión en la renovación de la vía férrea y al nepotismo en las altas instancias del Partido Comunista.
En la edición de este año los actores aludieron a un escándalo de venta de medicamentos falsos que salpicó al Ministerio de Sanidad
Aunque los chistes se presentan de manera velada y no llegan a alcanzar la acidez de algunos blogueros disidentes o de activistas en las redes sociales, tienen la virtud de llegar a todos los hogares del país y de contar con la aprobación tácita del régimen socialista de Hanoi.
En su análisis, el investigador de la universidad neozelandesa de Canterbury Patrick McAllister explica que el programa "ofrece una crítica de los fallos y errores de la sociedad, de instituciones que no consiguen funcionar de manera efectiva".
McAllister sugiere que esta representación "vívida" de las dificultades de los vietnamitas, de leyes y regulaciones irritantes, de instituciones defectuosas y prácticas impopulares o corruptas "quizá permite a los espectadores lidiar con esos problemas y posiblemente aceptarlos a través de la risa".
El investigador también se sorprende de la excepcional permisividad que disfrutan los guionistas de este programa en un país donde la difusión de críticas o informaciones delicadas pueden ser castigadas con penas de prisión.
El investigador también se sorprende de la excepcional permisividad que disfrutan los guionistas de este programa en un país donde la difusión de críticas o informaciones delicadas pueden ser castigadas con penas de prisión
McAllister coincide con otros analistas en señalar que los acontecimientos a los que se alude ya son conocidos por el gran público, a diferencia de algunas denuncias de activistas, que destapan acontecimientos ocultos por los grandes medios.
Además, subraya que las sátiras están diseminadas en un programa que incluye espectáculos de música y baile y referencias a la cultura tradicional vietnamita, lo que crea un sentimiento de pertenencia al país.
"En parte porque los comentarios críticos están envueltos en un conjunto de referencias artísticas y literarias, consiguen evitar la censura. Aunque algunos dirigentes se reconocen en las críticas, probablemente serían reacios a identificarse con la bufonada que les representa", añade.
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