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El Versailles, 50 años de memoria gastronómica e historia del exilio cubano

El restaurante celebró su medio centenario con una gran fiesta el pasado miércoles

Carteles promocionales del restaurante Versailles colgados este miércoles, en la "ventanita" del establecimiento ubicado en el barrio de la Pequeña Habana, en Miami, Florida. (EFE/Antoni Belchi)
Emilio J. López

16 de noviembre 2021 - 13:30

Miami/(EFE).- El restaurante Versailles de Miami, parte de la historia viva y sentimental del exilio cubano, celebró el pasado miércoles su 50 aniversario con una gran fiesta para la que recuperó por una sola vez el menú de cuando abrió sus puertas y sus fogones.

"Estamos muy felices de cumplir 50 años. Nuestro primer sentimiento es de agradecimiento a la comunidad, por apoyarnos así, y a los empleados, siempre listos para todo, ya venga un presidente" o la clientela diaria, dice a Efe Nicole Valls, una de las nietas de la saga familiar del restaurante.

El éxito de la clientela local e internacional que llena sus comedores es resultado del esfuerzo de una familia, los Valls, que, en vez de dormirse en los laureles, han sabido seguir fortaleciendo el buen hacer de la casa hasta situarla como el restaurante cubano más famoso del mundo.

Primero, a través de su fundador, Felipe Valls, el cubano que llegó a Miami en 1960, con 25 años, después de que el Gobierno revolucionario confiscara varios negocios de su familia.

"Más que un restaurante, es un sitio donde se celebra la libertad gracias a una familia que ha creado un lugar donde presidentes y candidatos electorales vienen a tomar su café"

Y, ahora, con la continuidad de su hijo Felipe Valls Jr. y su nieta Nicole, que cuidan y miman un recetario tradicional, de familia, una "cocina de la abuela", como ellos dicen, siempre sobre la base de los mejores productos de mercado y la calidad de los platos que ofrecen, como la palomilla (bistec de res), la ropa vieja, el arroz con pollo, el caldo gallego o las masitas de puerco.

La familia Valls ha querido celebrar estas cinco décadas de cultura y cocina cubana con los clientes, familiares y amigos que durante este tiempo han estado ligados al Versailles, parada obligada en la Calle Ocho, en el barrio de la Pequeña Habana.

Mientras se va llenando de invitados la carpa especial instalada en el exterior del restaurante, la entrada al local es una aglomeración de comensales a la espera de que digan su nombre por micrófono.

Uno de las personas que aguarda paciente en la puerta su turno es la cubana Eida Artigas, parroquiana del Versailles desde el año de su fundación, en 1971, una entusiasta del boliche (carne de res rellena de chorizo) que eleva al restaurante a la categoría de "icono cubano".

"Es un pedacito de Cuba y siempre que vengo me acuerdo de mi mamá", comenta Artigas justo antes de pasar al interior.

Solo por hoy los Valls han recuperado el menú de 1971... con los precios de entonces, con platos clásicos, entre otros, como el picadillo a la cubana (1.95 dólar), el arroz con pollo (2.25 dólares), la palomilla (3.25 dólares) o el especial del día, uno de los platos insignias de la casa: el lechón asado con mojo cubano (2.92 dólares).

El Versailles es "más que un restaurante, es un sitio donde se celebra la libertad gracias a una familia que ha creado un lugar donde presidentes y candidatos electorales vienen a tomar su café" cuando están en Miami, dijo a Efe el alcalde de la ciudad, Francis Suárez, reelegido la semana pasada para un segundo mandato.

"No hay comida más rica que esta", sentencia desde una mesa vecina José Vélez, puertorriqueño de 69 años, muy identificado "con la causa de la libertad de los cubanos"

Y es que hoy el Versailles es obligada visita, sobre todo en tiempo de elecciones, para políticos que se acercan a saborear su café cortadito y dejarse ver en la "ventanita" del local, una invención del fundador, Felipe Valls, que hoy debería ser patrimonio cultural del condado de Miami-Dade.

Para el congresista republicano y exalcalde de Miami Carlos Giménez, que tampoco se perdió la fiesta, "el Versailles es el centro cultural y del exilio cubano por años y años".

"Cuando algo pasa en Cuba venimos aquí. Es una parte de nuestra cultura e historia (...) Cuando termina la noche y quieres un café con leche con tostada o un pan con lechón vienes al Versailles. Si quieres ver gente o que te vean, vienes aquí", declara.

Mientras la fiesta continúa bajo la carpa exterior con música en vivo, pinchos apetitosos, mojitos y photocall, en las salas del restaurante no queda una mesa libre.

"Para nosotros es nuestra segunda casa. Venimos todos los martes y jueves, a celebrar todos los aniversarios y a comer la carne con papa y la ensalada de pollo", dice alegre a Efe el cubano Waldo Puig, para quien el Versailles es "una bandera".

"No hay comida más rica que esta", sentencia desde una mesa vecina José Vélez, puertorriqueño de 69 años, muy identificado "con la causa de la libertad de los cubanos".

La historia y la vida cotidiana de la comunidad cubana de Miami sería inconcebible sin este familiar restaurante de cocina popular contundente y de raciones abundantes que cimenta su éxito, como explica Nicole Valls, en "tratar siempre bien al cliente, dar el mejor producto al mejor precio" y "con ética de trabajo".

Una fórmula que, seguro, garantiza un largo y sólido futuro al Versailles: "50 años, nostalgia. Rumba de lechón asado con moro, yuca y pasión", reza una rima del menú.

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